jueves, 29 de diciembre de 2016

Combatir la desesperanza aprendida


No se puede hacer nada”, “hagas lo que hagas siempre será  lo mismo”, “no hay salida…” estos pensamientos son propios de la desesperanza aprendida.


Hay que aclarar que la desesperanza puede surgir naturalmente ante situaciones que no se pueden modificar como algunas discapacidades físicas, estados de dependencia permanente o catástrofes naturales que cambian todo en un momento. Pero también puede surgir y mantenerse si tendemos a percibir sólo los aspectos limitantes de las circunstancias o si estamos saturados de información que nos sesga la realidad y nos la impide ver completa. La desesperanza surgida así es la desesperanza aprendida. 

La desesperanza aprendida surge de la convicción firme de que no se puede, ni ahora, ni nunca, modificar o influenciar en la realidad en que se vive y que, no importa lo que se haga, las cosas se quedarán igual.

Al dar valor absoluto a esa convicción, se le otorga un poder que nos conduce a un estado de desmotivación, de renuncia a toda posibilidad de que las cosas se resuelvan o mejoren, de anulación de la esperanza de alcanzar los sueños. En definitiva, de eliminar cualquier rastro de ambición y progreso. En este estado quedan debilitados o extinguidos el amor, la confianza, el entusiasmo, la alegría y la fe en que podamos hacer algo para que el presente y el futuro puedan ser mejores.

Si afecta a sectores amplios de la población se puede hablar de trastorno social. A esto se llega cuando los estamentos de poder programan y ponen en funcionamiento estrategias de amplia difusión para inducir desesperanza en las personas, ejerciendo un control social que frena iniciativas ciudadanas contra los abusos de poder, ya que cuando el estado de desesperanza se prolonga en el tiempo, termina por llevarnos a la resignación forzada, a considerarnos atrapados, agobiados e impotentes frente a las circunstancias, inhibiendo toda nuestra capacidad de respuesta y sumergiéndonos en la pasividad.

Noam Chomsky ha descrito las estrategias que dichos estamentos utilizan para manipular el pensamiento de la población. Aquí resalto las que contribuyen a que desarrollemos la convicción firme de que “no se puede hacer nada para mejorar las circunstancias presentes o futuras”:

Distraer la atención de la población inundándola con informaciones (fútbol, cotilleos, polémicas políticas, científicas o religiosas, moda…) cuyo objetivo es impedir que se interese por conocimientos (sociales, políticos, económicos, científicos, ecológicos, espirituales…) importantes a fin de que no tenga criterio ni opinión fundamentada sobre ellos. Mantener al público en la ignorancia y en los valores de la mediocridad facilita que sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos que se utilizan para controlarlo.

Dirigirse a la población como si fueran criaturas de poca edad, dando importancia en la información a los aspectos emocionales, de forma que impida hacer reflexiones en profundidad sobre el tema del cual trata.

Utilizar una estrategia gradual de aplicación de medidas inaceptables, para que sean admitidas, que lleven a situaciones de precariedad, humillación y sumisión calificadas de única solución posible, dolorosa pero necesaria. Goebbels dijo que a base de repetirla, una mentira llegaba a convertirse en verdad.

Hacer creer al ciudadano que solamente él es el culpable de su propia desgracia. Así, en lugar de rebelarse se autoinvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción, llevándolo a la  desesperanza.

Pero lo mismo que existen estrategias para inducir desesperanza, las hay para minimizarla y superarla. Desde un enfoque psicológico la estrategia para superar la desesperanza aprendida contempla tres fases:

1. Aceptación: admitir que nuestra valoración de la realidad es una percepción filtrada y limitada que no la representa, ya que la realidad se ve diferente dependiendo del punto de mira. Dar por válido, recordando dificultades anteriores en nuestra historia, que todo pasa y que cada día está lleno de posibilidades.

2. Obtención de recursos: buscar formas creativas y alternativas de abordar la situación valorada como amenaza, apoyándose en personas que tengan recursos que nos falten y  repensando la situación en busca de ángulos positivos. El apoyo positivo de amigos es fundamental.

3. Acción: Si consideramos que realmente no se puede cambiar nada momentáneamente, esperar un mejor momento para actuar y, mientras tanto, participar en iniciativas que luchen para cambiar la situación social inductora de desesperanza. Pero si decidimos luchar, hay que buscar en la propia experiencia conductas que hayan servido para superar situaciones similares, centrarse en los recursos, dones y talentos sin enfocarse en el problema o en sus posibles consecuencias negativas, definir una estrategia y seguirla dando un paso cada vez.


http://juancarlosuriszar.wixsite.com/ayudapsicologycoach


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